Capitulo
4: Matt
-Hola.
Soy Kiara y ellos son mis amigos y mi hermana pequeña. ¿Donde
estamos? -me pregunto la chica de ojos verdes.
-Hola
Kiara. Te estábamos esperando. Yo soy Matew pero me llaman Matt.
Venir conmigo. Pronto sabrás donde estamos. -le conteste. -Aunque
creo que ya lo sabes... -dije con un tono de voz un tanto misterioso.
Vi
que Kiara les hizo un gesto a sus amigos para que nos siguieran.
Andamos por el camino de piedra hasta llegar a la ciudad. Esta no era
como la ciudad en la que vivían ellos. Era mucho mas clásica.
Parecía una ciudad sacada de un libro. A kilómetro más o menos de
la ciudad se encontraba una mansión tan grande que parecía un
castillo. Hay era a donde nos dirigíamos. Abrí la gran puerta de
madera y deje pasar a Kiara y sus amigos. Les lleve al comedor en el
cual se encontraba un señor mayos con una larga túnica azul oscura,
pelo largo blanquecino y una gran barba del mismo color.
-¡Bienvenidos!
-dijo -Os estábamos esperando.
-¿Usted
nos conoce? -pregunto Nico. -y ¿por que nos esperaba?
-Sí,
os conozco a todos y cada uno de vosotros, Nicolas. -contesto muy
tranquilo. -Pobres niños. No entendéis nada ¿verdad? Dejad que os
esplique. Estamos en Beniar, capital de Keyala. Antes de que
preguntéis os diré que no, no estamos en la tierra. Este es otro
planeta mucho más pequeño, creado por las antepasadas de vuestra
amiga Kiara. -todos miraron a su amiga sin entender nada. -De
generación en generación en la familia de Kiara, la mayor de las
hermanas heredaba un don. Consistía en que poseía una gran
creatividad y con ella escribía sobre un mundo que creía irreal.
Pues bien, aquel mundo es real. Es este. Todos vosotros estáis aquí
por que pertenecéis a el. Tu, Nico, eres un mago del sur. Alexa, tu
eres una bruja. No te asuste no eres como la de los cuantos, no todas
las brujas son malas. Lysandro, eres un multiforme. Puedes cambiar de
aspecto cuanto desees. Tenemos un vampiro también, ese eres tu Hugo.
Y por ultimo Mikaru y Kiara. Kiara es la hechicera blanca quien debe
proteger este mundo. Y Mikaru, tu, pequeña, tu eres la princesa del
cielo. Eres un ángel y ellos gobiernan el cielo por lo tanto tu
dominas el cielo.
-¿Como
voy a ser un vampiro? ¿estas loco? -pregunto el tal Hugo indignado.
-Hugo,
dice la verdad. -le dijo la hechicera posando su mano en el hombro
del chico.
-¿Como
lo sabes?
-Mi
madre me lo contó. Bueno, técnicamente no me lo contó sino que me
dejo una carta explicándome que esto era real. Os lo iba a contar
pero en ella ponía que no podía.
-Igual
también era mentira.
-No
es mentira. Esto es real. -le dije poniéndome entre el y Kiara. No
me gustaba que la llamara mentirosa.
-¿A
si? ¿y tu que eres? -ante el tono burlón del vampiro salte y acto
seguido aterrice a cuatro patas sobre el frió suelo de la sala.
-¿eres un hombre-lobo?
-Creo
que esta claro que sí -conteste. Y volví a saltar para
transformarme de nuevo en humano. El chico se quedo a cuadros. Seguro
que eso no se lo esperaba.
-Matew,
ya te e dicho miles de veces que no te transformes aquí. -me dijo el
hombre de la túnica.
-Sí,
lo siento sñ. Doilin.
-Oye,
Matt. ¿podrías encargarte de mostrar a cada uno su habitación?
-Claro.
-Y
después enseña a Kiara los alrededores y cuéntale lo que sucede.
-Vale.
Seguirme, os llevare a las habitaciones.
Les
enseñe sus habitaciones y después salí de aquel gran edificio con
Kiara. Primero le mostré una parte del bosque que había al rededor
de la mansión. Me encantaba aquel lugar. Se respiraba tranquilidad.
Un pequeño río lo atravesaba y en el flotaban siempre pequeñas
flores de muchos colores con peces dorados que las seguían atraídos
por su belleza. También le enseñe las flores de la luna. Parecidas
a las rosas, pero de color azul oscuro, casi negro, hasta que llegaba
la noche. Entonces empezaban a brillar.
-Esto
es precioso. -dijo la chica emocionada.
-Sí.
-conteste. Aunque después me di cuenta de que igual había sido un
poco borde. ¿Que más daba? Total dentro de poco se iría y no la
volvería a ver. Mejor no encariñare. De repente Kiara se paro
delante de una flor con pétalos rosas y azules.
-¿Pasa
algo? -le pregunte. Intentando disimular, ya que yo sabía por que
miraba aquella flor.
-No,
nada. -dijo moviendo la cabeza hacía los lados.
-Se
llama Arnea. -al decirle esto me miro extrañada. -La flor.
-Ah,
vale.
Seguimos
caminando rato hasta llegar a el lago. Una vez allí nos sentamos
sobre unas rocas y contemplamos el anochecer.
-Me
lo e pasado muy bien -me dijo Kiara. Iba a decirle que yo también
pero cambie de opinión.
-Me
alegro.
-¡No
seas tan seco con ella, Matt! -dijo una voz que me sonaba familiar.
Mire al rededor y vi a Serena la infa del lago Zin saliendo del agua.
Una chica alta, de pelo cortito y negro y de ojos verdes.
-Hola
Serena.
-Hola
Matt. ¿Ella es...?
-Kiara
-dijo ella misma presentándose.
-¿Como?
¿Ya as llegado? ¡No te esperábamos todavía! Debo avisar a mi
hermana Zafira. ¡Y también tengo que mandar a los peces mensajeros
a todos los rincones de Keyala! -corriendo se metió de nuevo en el
lago. Vi que Kiara estaba con los ojos muy abiertos. Pobre, acaba de
llegar y no paraba de descubrir cosas.
-Serena
es, digamos, una mensajera. Hace que todo Keyala se entere de las
noticias importantes, como tu llegada. Su hermana, Zafira también se
encarga de ello, aunque esta en otro lago. El lago Vilóe.
-Entiendo.
¿Y que es eso de peces mensajeros?
-Hay
un complejo recorrido de ríos subterráneos por los que se puede
llegar a cualquier lugar. El problema es que no hay aire, de modo que
a los peces mensajeros llevan los mensajes.
-Ajam.
-asiente Kiara.
De
repente nos quedamos callados. Había oscurecido. La miro, y me doy
cuenta que llevaba puesto aquel collar de piedrecitas que tanto me
había costado hacer. No sabía por que se lo había regalado. Fue,
un impulso.
Había
una suave brisa que hacia que su largo cabello se despeinara. Intento
peinarse un poco con las manos. Intente no reírme pero no pude. Me
empece a reír y ella se que quedo mirando. Pare de reír pensando
que igual le a molestado, entonces ella empezó a reírse de mi, y
yo, me reí con ella.
En
pleno ataque de risa volvió a aparecer Serena muy apurada.
-¡Matt!
¡Ha vuelto a pasar! -me grito. Al escuchar eso se me borro la
sonrisa de la cara. Agarre a Kiara de la mano y nos alejamos casi
corriendo.
No
necesitaba saber nada más. Sabia a que se refería, y no era nada
bueno. Llegamos a la mansión agotados. Acompañe a Kiara a su
habitación y después fui a buscar a el sñ. Doilin. Lo encontré en
su despacho como siempre. Me acerque a el y al ver su rostro supe que
ya sabía lo que había sucedido.
-Esta
vez a sido en Tádila, reino de las hadas. -me dijo nada más verme.
-¡Maldición!
No son tontos, se abran aprovechado de que estuviéramos ocupados con
la llegada de Kiara.
-Sí.
Y gracias a eso se han llevado a la reina Mali.
-¿Y
ahora que hacemos?
-Tenemos
que entrenar a la hechicera blanca y a sus amigos. Solos no lo
conseguiremos.
-Sí,
lo se. Mañana partiré a algunas regiones si te parece bien para así
traer mentores pera los chicos.
-Me
parece bien. Puedes ir a Bruber, hogar de las brujas y a Camtai,
donde los multiformes. Y ya que vas pasa por Hander, y trae a algún
elfo. Son grandes curanderos.
-De
acuerdo. ¿Me llevo a Alexa y al multiforme? -el nombre de ese chico
me es imposible de recordar.
-Sí,
y lleva también a Kiara. Yo pediré a Serena que avise a los demás
para que manden aquí a mentores.
-Esta
bien.
-Ahora
ve a dormir. Mañana os espera un duro día.
Salí
del despacho y fui a mi habitación. No sabía por que pero sentía
una gran felicidad por que la chica con la que había pasado la tarde
estuviese aquí. Me acosté, pero no conseguía dormir. Recordaba la
vez que la vi por primera vez. Cuando ella leía en el bosque. Por
desgracia se asusto y se fue corriendo. Desde aquel día no me la
conseguía sacar de la cabeza ¿Que me estaba pasando?
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